Un enfoque holístico se basa en el principio Gestáltico “el todo es más que la suma de las partes”, es decir, se percibe a la persona y a su historia como una totalidad, y todo tiene la capacidad de existir y significar dentro de un contexto específico; nada existe de forma aislada. 

Esta visión permite observar el camino del bienestar desde una perspectiva integral y mucho más amplia que no dividirla por partes, puesto que cada vez que fragmentamos podemos sesgar la forma de ver lo que sucede. 

La perspectiva holística permite al/la terapeuta no enfocarse únicamente en la sintomatología, sino también abordar el acompañamiento desde las distintas áreas que conforman a la persona: aspectos sociales, historia de vida, mente, emoción, cuerpo, sentido vital y relación con la espiritualidad. Todos los aspectos están interconectados y se relacionan entre sí, sea de forma directa o indirecta.